En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de diez años entró en una heladería y se sentó a una mesa.
-¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con almendras?- pregunto el niño.
- Cincuenta centavos – respondió la camarera.
El niño sacó su mano de su bolsillo y examinó un número de monedas.
- Y ¿cuánto cuesta un helado solo? - volvió a preguntar.
Algunas personas estaban esperando por una mesa y la camarera ya estaba un poco impaciente.
- Treinta y cinco centavos - dijo ella bruscamente.
El niño volvió a contar las monedas…
- Quiero el helado solo - dijo el niño.
La camarera le trajo el helado, y puso la cuenta en la mesa y se fue.
El niño terminó el helado, pagó y se fue.
Cuando la camarera volvió, ella empezó a limpiar la mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio: allí, puesto ordenadamente en el plato vacío, había quince centavos... su propina.
miércoles, 7 de julio de 2010
La generosidad: La propina
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Vida