Hace tres días tuve la oportunidad de entrar en un aula con estudiantes de Comunicación Publicitaria para hablarles de la física del color. Sí, ya sé que es raro hablar de física para alumnos de esa carrera. Sin embargo, como muy acertadamente les comentó su profesora, no es posible entender el color sin saber al manos un poco sobre la física que hay tras él. Era un desafío explicar qué es el color de una manera lo más sencilla posible, sin entrar en demasiados tecnicismos más apropiados para estudiantes de carreras científicas o técnicas. Al fin y al cabo, aunque por supuesto tienen la capacidad para entenderlas, no era el lugar para entrar en demasiado detalle.
No es posible desligar el concepto de color del de luz. Por eso, comencé recordando qué es la luz. Algunos recordaban la dualidad onda-partícula (o dualidad onda-corpúsculo, como también se le conoce a esta propiedad) de la luz. En esta primera parte de la charla creo que lo más impactante fue recordar que lo que vemos es solo una pequeñísima parte del espectro electromagnético. Si lo piensas bien, de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, nos enteramos solo de una mínima parte. Percibimos como visible una pequeña parte del espectro electromagnético, otra pequeña porción de ese espectro lo podemos escuchar, sentimos la temperatura asociada a la radiación infrarroja que emite cualquier objeto y en cuanto al espectro electromagnético ya no percibimos nada más.
Una vez hablamos de la luz, entramos de lleno en el tema del color.
El color es una sensación.
Los colores son las diferentes sensaciones que experimentamos cuando el cerebro decodifica la información recibida tras incidir en la retina diferentes longitudes de onda del espectro electromagnético visible. Esas longitudes de onda son las reflejadas por el objeto que estamos mirando. Por lo tanto, el color con el que percibimos un objeto depende, por un lado, de la longitud (o longitudes, si no es un objeto monocromo) de onda reflejada por el objeto y, por otro lado, de cómo decodifica nuestro cerebro esas longitudes de onda tras captarlas con nuestros ojos. Esto último va a depender de las células fotorreceptoras que tenemos en nuestras retinas, que son las que en primera instancia reaccionan a la luz, y no todos las tenemos iguales. Todos conocemos el caso de las personas daltónicas, que debido a un defecto en un gen que controla la pigmentación de un tipo de esas células, los conos, tienen problemas para distinguir los colores.
Para añadir un poquito más de complejidad, la longitud de onda reflejada por el objeto no solo va a depender del material con el que está hecho (y aquí podemos bajar hasta el nivel atómico), sino que también depende del color de la luz con la que lo iluminamos. Una mesa puede ser blanca bajo iluminación blanca, pero si la iluminas con un foco rojo la vas a ver roja.
Entonces, ¿cuál es la respuesta a nuestra pregunta? ¿Es el color una propiedad intrínseca de las cosas? ¿Un objeto es de un color definido por su naturaleza? No, no lo es.
El color no es una propiedad intrínseca de un objeto. Depende de la luz con la que lo iluminas (longitud de onda e intensidad de la iluminación), de sus propiedades físicas y de cómo tu cerebro interpreta la luz que refleja (que hemos visto que no es igual para todas las personas). Este fue el temas que más costó explicar en esa clase de Comunicación Publicitaria, aunque tras muchos ejemplos y debate finalmente creo que todos lo entendieron.