martes, 19 de octubre de 2010

La ley del esfuerzo‏


"Un hombre, observando un capullo vio en el una pequeña abertura, se sentó a observar por varias horas como el orificio se agrandaba y una mariposa, se esforzaba para hacer que su cuerpo pasase a través de aquel pequeño hueco.

Pasaba el tiempo y parecía que la mariposa no lograba progreso alguno.

Parecía que había hecho todo lo que podía, pero no conseguía agrandar la abertura.

Entonces, el hombre decidió ayudar a la mariposa; tomó una tijera y abrió el capullo.

La mariposa pudo salir fácilmente; pero su cuerpo no estaba lo suficiente desarrollado, era pequeño y tenía las alas arrugadas.

Entusiasmado, el hombre siguió observándola porque esperaba que esta reaccionara.

El esperaba que las alas de la mariposa se abrieran y estirasen para ser capaces de soportar su cuerpo y comenzar a volar.

Pero nada de esto sucedió.

La mariposa pasó el resto de su corta vida arrastrándose, con un cuerpo marchito y unas alas encogidas.

Ella nunca fue capaz de volar.


Lo que el hombre, en su voluntad de ayudar, no comprendía, era que el esfuerzo necesario para que la mariposa pasara a través de la pequeña abertura, era la forma en que Dios hacía que el fluido del cuerpo de la mariposa, fuese a sus alas, de tal modo que ella estaría lista para volar, una vez que se hubiese liberado del capullo.

Algunas veces, el esfuerzo es exactamente lo que necesitamos en nuestras vidas.

Si Dios nos permitiese pasar por la vida sin encontrar ningún obstáculo, nos dejaría limitados. No lograríamos ser tan fuertes como podríamos haber sido.


En realidad, nunca podríamos volar.